viernes, 20 de febrero de 2015

La otra puerta de entrada



Resumiendo....

Me dijiste "Tengo pareja, alguien que me quiere y no me miente". Y perdí cinco kilos en tres días, la esperanza y un tornillo.


Ahora me preguntan cómo eres.

Se me ocurrió decir: muy guapa, y sonreír, amplia, abierta y sinceramente por primera vez en tanto tiempo. Al decir "muy guapa". Sonreí.      Hoy no.


¿Eras eso para mi? ¿una niña guapa?  Sí, creo que sí. Mi psicóloga no estaba satisfecha con la respuesta tan escueta, claro. Es fácil simplificar, pensar que es sólo con los ojos con lo que sentimos esa belleza. Yo usé los ojos, las manos, los oídos, el recuerdo, y todo el corazón.
Me pide más detalles, me pide que hable de ti... una hora al día, nada menos. Con lo que me gusta escribir, creo que pasaré más tiempo hablando de ti, que el tiempo que he estado contigo. Será como aquel cuento de Borges, Funes el Memorioso, en que la memoria de Funes hacía que el recuerdo de un instante hacía años llenase tardes y tardes en su expansión de detalles múltiples. Podría llenar el resto de mi vida con el recuerdo de tu primer beso.

Pero se trata de evitarlo.

Cómo eres, cómo eras, cómo te veo. Se es guapa con más cosas que con la cara, que con el cuerpo. Tú lo eres con la luz, con esa sonrisa que radia desde lo más profundo de tu linda persona.

Morena (ese pelo fino, sedoso, echo tanto de menos acariciarte el pelo...), de ojos increíbles, y una boca que me da escalofrío recordar, dientes como joyas, toda tú eras sonrisa.

Le dije a la psicóloga algo como esto:

Me llamó la atención por su aplomo, su excelente inglés y su profesionalidad cuando la vi en un evento en Bruselas. Hay muchas chicas guapas, ella me pareció lo primero una grandísima profesional. Y cuando pude hablar en persona con ella, me pareció honesta, sencilla, y con una personalidad muy atractiva.

Sí, es algo así. Lo que me desmontó fue tu cariño por tu familia, quizás, cómo hablabas de tu hermano y su novia, de tu abuela que acababa de morir, la forma en que parecía que te preocupaban tus socios, tus proyectos, todo en ti era mimo, detallismo, formas de amor y exposición de algo cálido, aunque parecía que intentabas mostrar dureza, frialdad y solidez en todo lo que hacías.

Para mí, todo eso es belleza. Eres bonita en todo lo que haces, y siento, seguiré sintiendo pese a todo el dolor que puedas causarme, voluntaria o involuntariamente, seguiré sintiendo admiración por ti como profesional, como persona responsable, trabajadora, y profundamente dedicada al éxito de lo que se le confía. Todavía te quiero, eso pasará. Pero no creo que mi admiración pase nunca. Aunque ya no sirva para nada.


Pero sobre todo, desde aquella primera noche en que quedamos en Bruselas para hablar, aquella noche en que empezó mi cobardía, me dedicaste al principio unas miradas esquivas y me apartaste las manos... pero muy pronto me dedicaste el comienzo de una sonrisa de la que no es posible no enamorarse. No sonríes con la boca, lo haces con todo el cuerpo.


Mañana tal vez, escribiré algo más concreto, sobre cómo eres (te daría vergüenza leerlo, quizás rabia, no puedo dirigirme a ti cuando lo hago). Ahora necesitaba decirte que para mi eres la magia de la sonrisa más bonita, la caricia más profunda, la luz más cálida, y los ojos que jamás arrancaré de mi sueño.


No hay comentarios:

Publicar un comentario