lunes, 16 de marzo de 2015

El cariño, el perdón, el agradecimiento

He pensado algunas cosas horribles.

Primero, de mí mismo. Luego de ti. Y quizás esas fueron las peores, las que más me asustaron.

Pensé un montón de cosas, que no me querías, que no me merecías, que me habías tirado y mentido tú misma, que quizás estabas tonteando con otro ya desde hacía meses...  y qué. Todo eso no tiene importancia. He hecho el idiota primero volcándome toda la culpa sobre mi, luego echándola sobre ti.

Y las cosas son diferentes.

La verdad es que los dos éramos náufragos y nos creíamos islas. Todos somos un poco esos ciegos yendo a tientas, tropezándonos y aprendiendo mientras erramos, y creyendo que los demás están tan seguros de sí mismos, que tenemos que esconder nuestros miedos. Pero nuestros miedos, nuestras inseguridades, son las de todos.

Tú tenías inseguridades, necesitabas que te dijera cada diez minutos que eras la más guapa, la mejor, y que te quería con locura. Y es verdad, eres deliciosa, estupenda, y te quería mucho. Pero no hace falta que seas la más guapa. Como tampoco hace falta que yo sea el mejor amante del mundo, mira para lo que sirve. En Septiembre (lunes, 1 de Septiembre) dijiste que hacer el amor conmigo era lo más maravilloso y que intentarías por lo menos arrancarme un beso de ahí a final de año. En Octubre (miércoles, 22 de Octubre), ya no querías saber nada de mi, me espetaste ya entonces "no eres parte de mi vida, y creo firmemente que no lo serás nunca".    De qué me vale...

Yo también necesitaba tu aceptación, tu lucha por mi igual que tú necesitabas la mía. Y ambos hemos fallado, ambos pedíamos demasiado y ofrecíamos demasiado poco, porque no se podía hacer más que lo que hicimos.

Pérdida, negación, ira, tristeza, aceptación, reconciliación, agradecimiento.

Creí que era un ciclo, pero es una onda que sube y baja, que arrastra en círculos ascendentes... y poco a poco me acerco a la superficie: agradecimiento. Tengo mucho de qué darte las gracias, voy a abandonar ya el rencor.


Te agradezco el haberme dado el mayor de tus regalos, lo más bonito que puedes haberle regalado a ningún hombre: tu sonrisa más sincera, más bonita.
Te agradezco haber confiado en mi, hasta el punto de recibirme en tu casa, en tu lugar.
Te doy las gracias, de corazón, por haberme dado el día más bonito de mi vida. El instante más hermoso, que tengo marcado a fuego en mi corazón. El instante en que despertaste, la mañana de domingo, a mi lado, en la cama más blanca que he visto en mi vida.
Gracias también por haber recibido mis besos con tanta ternura. Hiciste de mis besos los mejores que haya dado un hombre.
Te doy infinitas gracias por haber querido llevar dentro un hijo mío, es lo más grande que alguien podría hacer por mí. Yo hubiera querido ese hijo.
Te agradezco que me hayas querido, que hayas sufrido por mi, que me hayas esperado, los días o semanas que sean, da igual. Tu amor me ha hecho crecer.
Por último, te doy las gracias por no haberme herido más de la cuenta, teniendo todas las armas para hacerlo, porque podías haberme hecho muchísimo más daño. Tu indiferencia como opción, en vez del odio, ya te lo dije una vez, es una bendición para mi, porque podías haberme destruido con apenas una palabra. Sé que quieres ser feliz, no hacerme daño.

En eso coincidimos. También quiero que seas feliz. También quiero ser feliz yo mismo, contigo, sin ti, a pesar de ti, sin importar tú...    Quizás un día, ser feliz para ti.



jueves, 12 de marzo de 2015

El peso de la paja




He pixelizado tus fotos.

Me había comprometido, tan pronto sirvieran para su cometido (que mi psicóloga te conociera, que te pudiera tener delante como yo te tengo demasiadas veces al día), las quitaría.

Queda raro un hueco en mi discurso, así que en vez de quitarlas, las he deformado, distorsionado, transformado en una masa de color en la que sin embargo yo te reconozco, tú te reconoces, pero nadie más podría saber que eres tú.

Eres ya, cada vez más, el fantasma de mi deseo, y menos y menos una persona. Tu, la que me dijo cosas que me herían, y me las dijo para herirme, tú que me miraste con desprecio en nuestro último encuentro y me dijo, mintiendo "no sentí nada cuando te vi entrar", tú que me dejas tirado, ... eres en realidad la que se aleja del fantasma, la que se aleja de mi. Yo te he sido más fiel que tú misma.


Y es hora de que lo deje ya.


Te he pixelado, te he alejado de tu imagen, o más bien, de la imagen de ti que me hizo enamorarme. Lo reconozco, la imagen de ti que sigue haciéndome sentir este hueco en el estómago, estos microsegundos de gravedad cero que no sentía desde que era adolescente. He destruido tu imagen, y es un rito, un acto mágico, una liturgia del olvido que va surtiendo efecto.


Puedo decirlo con orgullo, con alegría, gritarlo con toda el alma abierta: te quise con locura, te quise con todo el corazón. Y este corazón, sigue viviendo.



Te quise. Aun hablo en segunda persona, pero ya conjugo en pasado.

martes, 10 de marzo de 2015

Rabo de nube

He recibido un regalo.

Aun no me ha lavado por dentro, es sólo una canción, pero creo en la magia.

Sobre todo de la música.




No espero que lo entiendas. No espero nada de ti.

Sólo del agua.

viernes, 6 de marzo de 2015

Tu boca

Te vuelvo a hablar de nuevo.

Te contaría sobre mi nueva casa, las vistas de la ventana, pero es pronto para ello.

Siento ternura al hablarte, qué le voy a hacer. Me voy amargando y hundiendo cuando lucho contra tu imagen, contra tu recuerdo, cuando me empeño en pensar que no me querías tanto o que en realidad estoy mejor sin ti.

No es así, ya te lo dije en ese primer mensaje del año, el que quería ser mi nuevo y mejor año y está siendo mi tormento mayor...   te dije que sólo sentía alivio, felicidad, cuando pensaba en ti.

Sigue siendo así.


No entro en tu perfil de LinkedIn cada día ni cada dos días. Sé que lo aborrecerías, y no quiero molestarte ahora que seguramente eres feliz sin mi. No quiero que me dediques pensamientos de odio, prefiero tu desaire a tu odio.
Así que me he guardado tu foto, por fin, tengo tu foto. Y la miro un par, tres, cuatro veces al día como mucho. Como una medicina, es amarga al principio, especialmente en la boca que tiene recuerdos tan dulces de ti, quizás por el contraste de la ausencia, esa especie de persistencia de la visión en versión sinestésica.

Y luego me calma. Como la medicina. O la droga. Tal vez es más eso. La droga.

Tus labios tan rojos.


Y el síndrome de abstinencia.




miércoles, 4 de marzo de 2015

Still in half light

En realidad es tan sencillo.

Me lo dijo Nerea: "Me hiciste feliz estos años. Estabas con la persona equivocada, te enamoraste de otra, se acabó. Ahora tienes que olvidarte de ella también y seguir."

Ya..

No dejarme hundir, olvidarme de ella.

Pero no es ella, sino su posibilidad. Me explico. Es la frustración de no haber podido ni siquiera fracasar bien. Lo decía Samuel Beckett: "Fracasa otra vez, fracasa mejor", lleva las cosas hasta el final y falla estrepitosamente si hace falta, pero hazlo.

Me quedé congelado, no hice nada ni en una dirección ni en otra, no quise ni mentir ni engañar, ni hacer daño ni hacer nada malo. Por no hacer nada, por no querer romper la cáscara, todo se vino abajo.

Y es esa frustración lo que me duele terriblemente. La de no haber ni arrancado, ni empezado una relación que fue un milagro secreto, que metí debajo de una piedra y dejé morir.


Y este es el duelo por esa muerte, la muerte triste de un no nacido. Como la de mi hijo que nunca fue. Con Silvia creíamos que íbamos a tener un hijo, ella estaba asustada pero yo estaba realmente emocionado. Era sobrecogedor, con ella sí quería tenerlo, no llego a entenderlo... simplemente lo deseaba con todas mis fuerzas.

Y sigo pensándolo. Por eso, es cierto, tengo que olvidarme de ella o me consumiré. Pero hay tanto de lo que olvidarse, mi deseo de tenerla a mi lado me ha inundado todo mi ser, todo mi recuerdo como un agua de vida. Ahora olvidarla es como arrancar un cáncer que se hubiera extendido por  todo mi ser, todo mi recuerdo.



Me sería más fácil si no tuviera este horizonte que se me echa encima. La veré este año. Dos, tres, quizás cuatro veces. Tengo pánico al encuentro, sé que me destrozará.

lunes, 2 de marzo de 2015

Y si tengo que decir...

Si tengo que hablar de ella, claro, tengo que hablar de lo que conozco de ella.

Y es muy poco.


Tengo que hablar de los aeropuertos. Nos hemos visto siempre en viajes, siempre estando fuera. Quizás los aeropuertos es uno de nuestros sitios. Fui a buscarla al aeropuerto de Bruselas, y la perdí por unos minutos, o se me escabulló entre la multitud. Quería darle una sorpresa. Fue al principio del todo, cuando aun no nos conocíamos. Pero creo que el que fuera a buscarla por sorpresa, y mi torpeza al no encontrarla, ... creo que esa historia la enterneció. Y para mí fue la primera pequeña decepción.

Fui a buscarla al aeropuerto de Bilbao. Ella venía de un viaje largo, cansada...   pero no sabes qué sonrisa traía. Le tuve que decir, "te recordaba hermosa, pero eres infinitamente más guapa aun". No esperaba que estuviera tan feliz, tan radiante, que me ofreciera ese regalo, después de la amargura de los días anteriores en que luchábamos contra nosotros mismos y contra la razón.

Y el aeropuerto de Milán, es el último sitio en que nos besamos, dramática-, patética-, loca- y apasionadísima-mente. Ese es nuestro final de Casablanca al que me refería. Si siempre nos quedará Bruselas, por qué tuvo que acabar así entonces??   Me cuesta entender qué sucedió, algo que fue tan intenso no puede morir así, sin más, ¿verdad?


Tengo que hablar de su terraza, en la que estuvimos charlando la noche en que la recogí del aeropuerto, cuando aun creía que podría resistir sin besarla. Y en la propia terraza, en la que yo la acariciaba el pie con mi pie, en la que hablábamos despacito y mirábamos estrellas y otras luces lejanas, ahí mismo ella se levantó y me dio un beso muy suave, que aun guardo.  Tiene un bonito piso (pequeño, pero precioso) en el centro mismo de Bilbao.

Tengo que hablar de sus vestidos. Le queda muy bien el azul, el rojo y el negro. Es elegante, clásica, coqueta. Está rompedora con su vestido rojo. En Bruselas, cuando fuimos a cenar la primera vez, se trajo un extraño pero atractivo body de algo parecido a cuero... estaba intrigado y quería tocarlo todo el tiempo para saber qué tacto tenía. Pero me quedó clavado en la memoria el vestido con chaqueta blanca que llevaba en Berlín. El blanco la hace brillar, su pelo es tan lacio, brillante, sedoso, ... vestida de blanco destaca su boca de vértigo y su pelo que invita a la caricia.


Conozco cosas tan superficiales de ella, apenas su coche, su cocina, sus pendientes...   pero qué es lo superficial después de todo. Dicen que lo más profundo de una persona es la piel.

domingo, 1 de marzo de 2015

Síndrome - Dolor de miembro fantasma

Ha sido duro.

Para escribir el texto anterior, en el que dije que estaba mejorando, rebusqué en la memoria entre aquellas fotos que ella me mandó al principio, y que yo miraba extasiado, muerto de frío y de miedo, con mezcla de esperanza, alborozo, culpa y temblores de todo tipo (placer, pánico, confusión, de nuevo frío...), en la Gare du Nord de Bruselas.

Y el viernes de nuevo llego a la Gare du Nord, y date cuenta, exactamente a la misma vía, a la misma hora, de nuevo en dirección al aeropuerto, casi exactamente un año después. El cielo estaba parecido, hacía frío de nuevo.

Y no pude soportarlo. Recordé las fotos, pero sobre todo la promesa, la posibilidad, una chica tan guapa a mi lado, que milagrosamente se había interesado por mi, la delicia de un amor a primera vista cristalizado en un aprecio, cariño, pasión y amor mutuo. La posibilidad de una vida plena, de una relación sólida, el querer darle hijos y felicidad y algo nuevo a su vida. Todo eso se me vino al corazón, que vibraba en resonancia con todo lo que me traía sus fotos, las de la chica más bonita del mundo que se abría a mi como una orquídea.

Y se me vino encima la negación de todo eso, la brutal negación. Nerea estaba a mi lado, Nerea (a la que quiero un montón y que me sigue ayudando y apoyando, aunque ya todo se acabara), y Paula (a la que aprecio muchísimo, y es de las pocas personas de la empresa con las que se puede hablar). Y me vieron temblar, vieron innundárseme los ojos de lágrimas, licuárseme la mirada en dos segundos, derrumbarse el "hombre" que habían visto dirigir las reuniones diligentemente esos días. La sólida referencia, el coordinador, de pronto era un cordero a punto de ser degollado.

Paula se preocupó, claro.  Nerea se puso muy triste. Sabe lo que me pasa, y por un lado no le gusta verme mal, pero sobre todo, le destroza que lo pase mal por otra mujer.

Otra mujer. No, para mi no es otra. Para mi es todavía mi sólida obsesión. Sigo soñando con nuestro próximo encuentro en Bruselas, y con que ella me lleve a un aparte y quiera hablar conmigo. Ponga los labios así, como una fresa silvestre, y sonría un poco diciéndome que me tranquilice, y quiera hablar conmigo. Que me diga que no, que me diga que ya no confía, lo que sea... pero simple y llanamente que me de esos minutos a solas.


Yo que lo tuve todo, a qué poco aspiro ya.